Acepta que las cosas son como son y no como te gustaría. Y más vale que lo hagas cuanto antes para mantener estable tu equilibrio físico y mental mientras analizas las circunstancias con objetividad.
Acepta que lo que no depende de ti mismo al 100% no se puede cambiar, pero tampoco debe hacerte sufrir. Desear cambiar aquello que es ajeno a uno mismo, es un vano y absurdo intento de pretender que todo se ajuste a tu patrón predeterminado de pensamiento y entorpece el fluir natural de los acontecimientos. Además, es un desgaste de energía inmenso. La no aceptación es la causa de tu sufrimiento y eso es algo que sí depende de ti poder solucionar. Buscamos cambiar todo lo que no entra dentro de nuestros parámetros de pensamiento, llegando a sentir rabia y otras emociones negativas. Sin embargo, la aceptación supone la ausencia de todo sufrimiento. Aquel que acepta no se autoengaña, sino que ama y respeta, en primer lugar a sí mismo, y es conocedor de la verdad más absoluta.
Cuán importante es aceptar que lo que te sucede es por tu bien, para tu aprendizaje y crecimiento, y aunque no lo creas en este mismo instante, lo verás claro en algún momento de tu vida. Ten en cuenta que nada es casual, sino que los acontecimientos se suceden según la ley de causa y efecto. Y tú eres una pieza del engranaje de una maquinaria muy potente llamada universo, en la que todo y todos estamos conectados.
Por eso, acepta a tu familia, amigos, vecinos y hasta a tus enemigos, porque todos ellos te muestran lo mejor y lo peor de ti. Acepta tu trabajo, tu cuerpo y tu personalidad, y el lugar donde vives, te guste más o menos, porque reflejan la persona que eres y la esencia que hay en ti.
Y este es el punto de partida ya que nada es permanente. La naturaleza es tan sabia que, por tu bienestar, hay personas, situaciones y cosas que deben estar lejos de tu vida y, por mucho que te empeñes, la vida hará que así sea. Personas que entran y salen de tu vida, cualquier objeto… valora y agradece su tiempo contigo y déjalas marchar cuando así lo decidan.
Por si no está claro, aceptar las circunstancias de tu existencia no es lo mismo que resignarse, porque cuando te resignas, al menos una parte de ti ha tirado la toalla. Sin embargo, aceptar lo que hay a tu alrededor supone el inicio de un cambio, porque para que se produzca cualquier cambio, antes tienes que saber cuál es el punto de partida en el que te encuentras.
Aceptar tu situación personal, sea la que sea, te predispone a tomar acción y cambiar aquello que no está en consonancia contigo. Es prepararte para mover ficha siendo plenamente consciente de tus condiciones, es tener las cartas desplegadas bocarriba sobre la mesa, conocer las reglas del juego y las peculiaridades de cada uno de los participantes.
Valiente el que acepta la magnitud de sus circunstancias, porque más preparado está para enfrentarse al abismo y contará con más herramientas para afrontar dichas circunstancias.
Acepta para seguir adelante y no vuelvas la cabeza atrás.
Bufff,!!! Que profundo y que real es como la vida misma .
ResponderEliminarMe cuesta aceptar ciertas cosas y dejarlas correr.
Soltar lo que no es para mí y esperar lo que el destino me tiene preparado. Pero qué razón tienes en tus palabras amiga😉
Eso es lo ideal, pero no es fácil, ni todas las personas estamos preparadas para hacerlo.
ResponderEliminarPues fácil no es, pero cuando se consigue es una liberación enorme. Hay q seguir practicando mucho ánimo
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