Y soñé que podía...

 

Los sueños no son solo sueños, son el empuje que te dirige en una u otra dirección, el motor que te impulsa a adentrarte en los que caminos que te llevarán hacia tus metas y logros más deseados. Los sueños te obligan a tomar decisiones y sacar la fortaleza para echar a caminar. Y es al echar a caminar cuando vas descubriendo que tus sueños se van cumpliendo, poco a poco y paso a paso, porque no puede ser de otra manera sino es construyendo el camino mientras caminas.

Gracias a los sueños aparecen la esperanza y la ilusión, se encuentra la energía para no desfallecer cuando crees que no eres capaz de continuar, recuerdas la motivación que te hace seguir y seguir. Poco importa si piensas que tus sueños son más o menos accesibles, son tus sueños y tienes derecho a conseguirlos. Si tienes sueños tienes que ir a por ellos, porque en tus manos está alcanzarlos y nadie más que tú peleará por ganar la batalla frente a los miedos e inseguridades que te acechan durante el camino.

Recuerdo algunos momentos de gloria personal que quiero compartir contigo, porque estoy convencida de que en más de una ocasión te habrás encontrado en el mismo lugar que yo.

Soñé que llegaba hasta la cima por más zancadillas que me pusieran, luché contra mi desesperación cada vez que sentía que las fuerzas me abandonaban y no fueron ni una ni dos, me propuse llegar hasta el final por muchos giros inesperados que dieran las circunstancias y por muy estrecho y abrupto que pareciera el sendero, me enfrenté al fuerte viento que continuamente me dificultaba la subida como si fuera una invitación a volverme atrás, hice caso omiso de las personas que intentaban disuadirme de que continuara por el camino que había elegido aún cuando pareciera que todo estaba en mi contra, me obligué a confiar en la seguridad de mi instinto aunque en algunos instantes todo me empujara hacia el precipicio, planté cara al miedo que me provocaba la posibilidad de fracasar y saqué fuerzas para continuar hacia adelante sin mirar hacia atrás, afronté el temor de sentirme vulnerable en mi propia fragilidad mental y corporal y hasta sentí miedo por mi integridad física y por las consecuencias que pudiera ocasionar en mi cuerpo, pedí al universo desde lo más profundo de mi corazón que me mostrara los caminos que podía transitar y me guiara hacia el sendero que debía tomar… y así lo hizo.

Y de tanto soñar que podía, al final sí que pude… y mis sueños se hicieron realidad.